viernes, 27 de julio de 2018

Antes de empezar el TFM

En primer lugar, enhorabuena. Si  estás empezando a pensar en el TFM quiere decir que has superado alrededor del 70% del máster. Pero sí, ya lo sé, queda lo peor. Intentar demostrar y demostrarte que has asimilado e integrado todos los conceptos teóricos y que eres capaz de plasmarlos en un caso real.

Bueno, que no cunda el pánico. Lo más importante en estos momentos es que tengas claro que tienes todo lo necesario dentro de ti. Lo segundo, es ir paso a paso y seguir las pautas.  Son claras y funcionan. La coordinación te va a facilitar todos los aspectos técnicos- y a veces engorrosos- que implican la presentación del TFM. Las tutoras y tutores te van a seguir de cerca para que no te pierdas durante el proceso. Ya somos unas cuantas promociones, y lo hemos superado, así que confía.

Sería genial que tuviéramos claro ya desde el primer día, que el máster culmina con un proyecto final. Porque aunque sabemos que está ahí, hacemos como que no lo vemos hasta que ya no queda más remedio. Lo digo, porque si ya desde un principio tienes una idea del tema o la empresa que quieres trabajar en tu TFM, ya podrás empezar a recoger información, pero sobre todo, podrás hacer un proceso muy importante, que es asimilar los conocimientos teóricos de cada uno de los módulos o clases, mirando de qué manera los puedes aplicar en “la vida real”, que es de lo que se trata.

No voy a entrar en cuestiones de procedimiento. Para ello tienes las profesoras y profesores. Pero, salvando las distancias, sí me gustaría decirte algunas cosas que me hubieran venido bien y me habrían ahorrado algún dolor de cabeza.

Nos recomiendan hacer el TFM en pareja. No es una mala idea teniendo en cuenta el volumen de trabajo que supone. Pero asegúrate bien de encontrar un cómplice que esté en tu onda. No es lo mismo ir a aprobar, que a ir a superarse. En cualquier caso, si tienes la suerte de hacer un buen equipo no os repartáis el trabajo sin más. Intentad asumir cada uno la parte que más domináis  y trabajad con textos colaborativos en cada revisión. Evitaréis duplicar conceptos, cambios de estilo, incongruencias u olvidos. Lo de cada parte por separado solo le salió bien a Mary Shelley.

No pierdas el tiempo en buscar la empresa “perfecta”. Escoge un proyecto que te motive- lo acabarás sabiendo todo de él-, y sobre todo, una empresa que te dé facilidades para acceder a toda la información que vas a necesitar, que es mucha.

Intenta no andarte por las ramas en la redacción. Se leen mejor- y se valoran más- los textos claros, concisos y directos (y sin faltas de ortografía.)

Aunque no es obligatorio, para el día de la presentación, busca una plantilla moderna y dinámica. Hay un montón gratuitas, aunque puedes encontrar algunas francamente buenas por menos de 15$.  Siempre se agradece. Del mismo modo que debes ceñirte al tiempo del que dispones.

A estas alturas, el cansancio pesa, lo sé. Pero estás a punto de convertirte en un DirCom. El último esfuerzo vale la pena. Muchos ánimos y a por ello.


 
Noemí Rodíguez 
Periodista y Dircom DCEI 16ª edición