Cada vez son más las organizaciones, ya sean públicas o privadas, que toman
conciencia de la necesidad de desarrollar unas relaciones públicas institucionales
fluidas y estables en el tiempo con sus stakeholders
(agentes o grupos de interés e influencia).
El concepto de Relaciones públicas se ha asociado durante muchos años a un área tan concreta como las relaciones con la prensa, aunque la evolución ha demostrado que es mucho más amplio y sus áreas de actuación muy diversas. Aun así, las organizaciones, ya sean empresas o instituciones, públicas o privadas, reclaman ir más allá en este ámbito. Y de ahí el concepto de relaciones públicas institucionales, que aúna las funciones de las relaciones institucionales y las herramientas y técnicas de las RRPP, un área de trabajo cada vez más extendida en el ámbito de la comunicación, la organización y la estrategia institucional.
Las relaciones públicas institucionales, más allá de incluir funciones de comunicación, protocolo y organización y gestión de eventos, han adquirido un rol indispensable para cualquier organización: la relación directa y positiva, periódica y estable, con otras organizaciones, grupos e instituciones que tienen o pueden tener influencia en su ámbito de trabajo para conseguir objetivos propios y/o compartidos. La palabra clave es pues la capacidad de influir.
Si bien durante mucho tiempo se ha tenido una visión muy dirigida del concepto de relaciones institucionales (y aún es así en algunas organizaciones), también lo es que el propio concepto de institución es hoy en día mucho más amplio. Va mucho más allá de las administraciones públicas (y políticas). También algunas organizaciones privadas pueden ser consideradas instituciones (fundaciones, ONG, entidades deportivas, sociales, culturales, etcétera). Por tanto, los actores se han ampliado considerablemente.
También es cierto que la función de Relaciones públicas institucionales depende, a menudo, del Dircom. Por este motivo se hace indispensable analizar, investigar y definir en qué consisten, quién debe ejercer esta función dentro de las organizaciones y qué competencias debe tener en base a la tipología de institución –pública o privada- en que se desarrollen. Pero también de qué herramientas (y canales), estrategias y tácticas debe hacer uso para llevar a cabo su tarea, desde el Plan de Relaciones públicas institucionales (y la metodología para desarrollarlo) hasta el dominio del protocolo o la organización, gestión y producción de eventos.
Las principales razones para desarrollar las Relaciones públicas institucionales dentro de una organización van muy acordes con los objetivos que toda organización debe tener en comunicación estratégica: valores, posicionamiento, notoriedad conocimiento, etcétera. Pero también se añade la fluidez relacional que permitirá establecer un marco abierto de cooperación entre organizaciones (instituciones o no) en previsión de las necesidades que puedan surgir en cada momento, más allá la coyuntura de cada acción. Y de ahí surgirá la capacidad de influir y conseguir las metas de la organización.
El concepto de Relaciones públicas se ha asociado durante muchos años a un área tan concreta como las relaciones con la prensa, aunque la evolución ha demostrado que es mucho más amplio y sus áreas de actuación muy diversas. Aun así, las organizaciones, ya sean empresas o instituciones, públicas o privadas, reclaman ir más allá en este ámbito. Y de ahí el concepto de relaciones públicas institucionales, que aúna las funciones de las relaciones institucionales y las herramientas y técnicas de las RRPP, un área de trabajo cada vez más extendida en el ámbito de la comunicación, la organización y la estrategia institucional.
Las relaciones públicas institucionales, más allá de incluir funciones de comunicación, protocolo y organización y gestión de eventos, han adquirido un rol indispensable para cualquier organización: la relación directa y positiva, periódica y estable, con otras organizaciones, grupos e instituciones que tienen o pueden tener influencia en su ámbito de trabajo para conseguir objetivos propios y/o compartidos. La palabra clave es pues la capacidad de influir.
Si bien durante mucho tiempo se ha tenido una visión muy dirigida del concepto de relaciones institucionales (y aún es así en algunas organizaciones), también lo es que el propio concepto de institución es hoy en día mucho más amplio. Va mucho más allá de las administraciones públicas (y políticas). También algunas organizaciones privadas pueden ser consideradas instituciones (fundaciones, ONG, entidades deportivas, sociales, culturales, etcétera). Por tanto, los actores se han ampliado considerablemente.
También es cierto que la función de Relaciones públicas institucionales depende, a menudo, del Dircom. Por este motivo se hace indispensable analizar, investigar y definir en qué consisten, quién debe ejercer esta función dentro de las organizaciones y qué competencias debe tener en base a la tipología de institución –pública o privada- en que se desarrollen. Pero también de qué herramientas (y canales), estrategias y tácticas debe hacer uso para llevar a cabo su tarea, desde el Plan de Relaciones públicas institucionales (y la metodología para desarrollarlo) hasta el dominio del protocolo o la organización, gestión y producción de eventos.
Las principales razones para desarrollar las Relaciones públicas institucionales dentro de una organización van muy acordes con los objetivos que toda organización debe tener en comunicación estratégica: valores, posicionamiento, notoriedad conocimiento, etcétera. Pero también se añade la fluidez relacional que permitirá establecer un marco abierto de cooperación entre organizaciones (instituciones o no) en previsión de las necesidades que puedan surgir en cada momento, más allá la coyuntura de cada acción. Y de ahí surgirá la capacidad de influir y conseguir las metas de la organización.
Miriam Riera
Directora, consultora y formadora en comunicación y relaciones institucionales, protocolo y eventos en Efectiva Comunicació.