Volkswagen se enfrenta a
una de sus mayores crisis de reputación, por no decir la que más, y sin duda,
el papel que jugará la comunicación para
su recuperación será vital. Hablamos de una situación que ha creado
incredulidad y estupor por partes iguales entre sus stakeholders, la falta
de ética profesional ha llevado a la marca a tomar medidas comunicativas
basadas ante todo en la asunción de responsabilidades.
No sabemos si su ex CEO Martin Winterkorn estaba al corriente de los motores trucados, es más, dudo si llegaremos a saberlo algún día en los tribunales, lo que está claro es que hizo lo que tocaba, dimitir. Como dirigente máximo de la compañía no le quedaba otra, si lo que se pretendía era abrir paso a una nueva fase de gestión de la crisis, donde aquellos profesionales relacionados con este asunto estén inexorablemente fuera del tablero de juego.
Seguramente, el próximo paso a dar para salir de este atolladero será un replanteamiento de lo que son y de sus valores de puertas hacia dentro. El área de comunicación de Volkswagen sabe que si se quiere salir de esta crisis, tendrá que contar con el apoyo de uno de los stakeholders principales de la organización, sus empleados, los cuales tras este escándolo es muy probable que hayan sentido temor e incertidumbre por no saber cómo afectará lo ocurrido a nivel laboral (recortes salariales, pérdida de puestos de trabajo,...). Si consiguen que los trabajadores se suban al mismo tren, se unan frente a la adversidad y se alineen con la marca ya tienen parte del recorrido hecho.
Por supuesto, a la compañía les queda poner en marcha todo el proceso de revisión y cambio de motores de los casi 8 millores de coches afectados, sólo en Europa, y sus clientes esperan con resignación a que se les llame y se les cite para acabar cuanto antes con este trasiego.
Volkswagen ya ha comunicado que prevee tres años para dejar atrás la crisis y los analistas del sector apuntan la cifra de 30.000 millores de euros como coste global para hacer frente a multas, costes de reparación y pérdida de imagen.
Largo y arduo camino por recorrer, especialmente para la gestión de sus valores intangibles. Estaremos atentos.
No sabemos si su ex CEO Martin Winterkorn estaba al corriente de los motores trucados, es más, dudo si llegaremos a saberlo algún día en los tribunales, lo que está claro es que hizo lo que tocaba, dimitir. Como dirigente máximo de la compañía no le quedaba otra, si lo que se pretendía era abrir paso a una nueva fase de gestión de la crisis, donde aquellos profesionales relacionados con este asunto estén inexorablemente fuera del tablero de juego.
Seguramente, el próximo paso a dar para salir de este atolladero será un replanteamiento de lo que son y de sus valores de puertas hacia dentro. El área de comunicación de Volkswagen sabe que si se quiere salir de esta crisis, tendrá que contar con el apoyo de uno de los stakeholders principales de la organización, sus empleados, los cuales tras este escándolo es muy probable que hayan sentido temor e incertidumbre por no saber cómo afectará lo ocurrido a nivel laboral (recortes salariales, pérdida de puestos de trabajo,...). Si consiguen que los trabajadores se suban al mismo tren, se unan frente a la adversidad y se alineen con la marca ya tienen parte del recorrido hecho.
Por supuesto, a la compañía les queda poner en marcha todo el proceso de revisión y cambio de motores de los casi 8 millores de coches afectados, sólo en Europa, y sus clientes esperan con resignación a que se les llame y se les cite para acabar cuanto antes con este trasiego.
Volkswagen ya ha comunicado que prevee tres años para dejar atrás la crisis y los analistas del sector apuntan la cifra de 30.000 millores de euros como coste global para hacer frente a multas, costes de reparación y pérdida de imagen.
Largo y arduo camino por recorrer, especialmente para la gestión de sus valores intangibles. Estaremos atentos.
Dra. Ana Mª Enrique